Hacer
un análisis de la discografía de Daft Punk no resulta muy complicado en
principio. Para ser artistas con más de 20 años en el negocio, lo que han
lanzado es, sorpresivamente, poco (incluso contando material en vivo,
recopilaciones y rarezas; aunque tomando en cuenta las películas, puede ser
posible debatir la cantidad). En el consciente general, lo que más se recuerda
del dúo es el ya inmortal “Discovery”, al cual también se puede ir agregando el
reciente “Random Access Memories”; además de los hits del debut en “Homework”.
Con eso, ya se tienen 3 de 4 discos de estudio nombrados dentro del público
masivo. Y bueno, el que falta es este.
Como ven, ya hay una razón bastante considerable para nombrar a este trabajo como
uno infravalorado.

En
lo personal, debo admitir que lo que me conecta fuertemente con este álbum son
recuerdos de infancia. Si bien ya tenía algún conocimiento de canciones de Daft
Punk por esa época (sin saber que eran de ellos) fue recién en la promoción de
este particular álbum en la cual me enganche con lo que hacían. Los videos
musicales con los cuales publicitaban este disco me atrajeron bastante, ya que
me agradaba un montón aquel concepto de “músicos robot” que adoptaron como su
imagen ante el mundo y que consolidaron por esos años. Además, la música de
fondo calzaba a la perfección con esa visión y terminaba de completarme la
fantasía que, de manera obvia por los gustos poco comunes que desarrollaba, mis
pares no entendían.
Desde
ese entonces ha pasado una década, donde solo oía esporádicamente a este dúo
francés escondido tras sus trajes metálicos. Y el año pasado, con todo el
revuelo que causo su regreso triunfal en “Random Access Memories” (con Grammys
incluidos) tras largo tiempo sin que se supiera nada de ellos, se ve como algo
natural que este trabajo no muy bien considerado sea desplazado a un lugar
cercano a la indiferencia (e incluso al olvido). Ante este muy probable suceso,
decidí echarle algunas vueltas de nuevo. De manera lógica, algunos matices
conciben una reacción distinta por parte de una persona que no oye ciertas
piezas de música en una larga brecha de tiempo. Y fue mi caso para algunas
cosas que iba escuchando. Sin embargo,
en general, el disco me dejo una buena impresión. Sin la euforia de juventud,
claro esta, pero con un buen numero de cosas para destacar.
Aparte
de los viejos tiempos de mi vida, hay razones que apuntan a lo sonoro, por
supuesto. De partida, el comienzo
resulta muy curioso pero también atrayente e inspira a seguir atento al disco.
La canción homónima se podría definir como
la canción más “oreja” que hay aquí. Un interesante riff de guitarra sostiene
bastante bien al tema, mientras el concepto del disco se empieza a hacer notar
de inmediato, formando una ironía intencionada al decir incesantemente que
somos “humanos después de todo” con voces robóticas que llegan para quedarse.
También se muestra la tendencia repetitiva de este trabajo, aunque sin saturar
por ahora. “The Prime Time Of Your Life”
por su parte es más juguetona, presentándose como una especie de dibujo que se
va revelando por partes y que una vez mostrado, cambia su imagen para llevar al
oyente a otra dirección que es más tensa y extraña y que va en aumento cuando
se va acelerando progresivamente la velocidad hasta hacer la canción inaudible. Pieza digna como fondo de alguna escena
de suspenso con mal final. El video clip lo es sin dudas (no apto para
sensibles si tiene curiosidad).
La
otra parte atractiva va por el final cuando nos encontramos con “Technologic” y “Emotion”. La primera es la que más se recuerda, y en buena
parte es por el video musical donde aparece un bebe robot (supongo) algo
perturbador dictando las ordenes que componen la letra del tema (el único que
tiene, de hecho). Sacando eso fuera del análisis, es lo que definitivamente lo
que más sacarían las radios de este conjunto de temas. Lleva un buen ritmo y la voz aguda que impone mandatos tecnológicos se
adapta plenamente a él, incluso pudiendo provocar que se baile al son de
los acordes metálicos (para variar). Se nota que es lo que más se elaboro en el
trabajo. La segunda en tanto da cierta cuota de optimismo y relajación (tal vez
por eso el nombre), sin dejar de lado las estructuras mecánicas y trayendo de
vuelta la repetición. Si puede saturar con el paso de los minutos (dura seis,
excesivo para lo que muestra).

“Make Love”, por
otro lado, si me genera una sensación agradable. Algo irónico porque, si bien
las otras canciones tenían leves variaciones, esta prácticamente se acerca a lo estático. Pero
su composición muestra una intención distinta al resto del álbum. Es un
solitario grupo de notas reiterado hasta la eternidad. La cosa es que me agrada estar en esa eternidad. Cada segundo que pasa,
la pieza se oye más agradable y placentera y no puedo evitar sumergirme en
ella. Sin dudas es lo más cercano a ser llamado “humano” en este disco. Se
puede poner como la representación de que en un mundo cada vez más mecanizado y
tecnológico, aun hay espacio para sentimientos. (Podría inferir que su
posición, justo en la mitad del listado de canciones, sea por ello, pero sería
ir demasiado lejos en un intento de conceptualización).
Como
han podido ver, un análisis canción por canción no ayuda mucho a dar un punto
de vista muy definido y certero sobre el disco. Sin embargo, puede tornarse un
proyecto interesante si vemos como estos músicos galos hacen su proceso de producción. Y es que Daft Punk siempre
busca un objetivo concreto en la creación de un disco que es claramente establecido
desde que se comienza a planificar. Se
les tiende a poner en la categoría de música electrónica cuando toca clasificar
su estilo, pero siempre han demostrado que van más allá de eso, por más que
en esa área hayan empezado su carrera y conseguido su fama. En “Discovery”, por
ejemplo, fueron hacia un camino derechamente pop y con predominio de
sintetizadores, dando más énfasis a la melodía y la armonía musical que al
ritmo como en sus inicios (sin que este pierda importancia, claro esta) en
búsqueda de la consecución de más alegría y colorido en su trabajo. También fue
así en “Random Access Memories”, esta vez con guía hacia la música disco y de
los 70s y usando instrumentalización más convencional (batería, instrumentos de
viento, cuerdas, etc.), esta vez con el fin de echar vista hacia atrás y llamar
a la nostalgia por aquella época.
Justamente hablando de procesos de
creación, es en ello donde “Human After All” adquiere mucho valor y se hace
notar en medio de la discografía del dúo francés. Si uno se pone a investigar
sobre su gestación, se hace imposible ignorar el hecho de que toda la
producción, composición y mezcla del trabajo se hizo en solo seis semanas y con
un arsenal de instrumentos y consolas más limitado que en otras ocasiones. Y no
fue por accidentes o contratiempos, sino que fue planificado así. Antes de que
este proyecto saliera a luz, “Discovery” aun estaba poniendo a bailar a mucha
gente en medio mundo. Ante esta situación de tanta difusión, se hubiera visto
como lógico haber continuado apretando la misma tecla. Pero estos “robots” decidieron
jugársela por hacer lo contrario y dar un giro autentico en 180 grados. Y como
hemos observado, lo hicieron en todos los aspectos. Literalmente todos.
Con
esa apuesta, los resultados están a la vista. Se ve un trabajo que explora a
fondo el minimalismo y una electrónica que puede llamarse “cruda” por la
producción rústica y sin decorado. Si se
piensa bien, es un reflejo literal de una sociedad cada vez más mecanizada y
repetitiva al sumergirse cada vez más en los distintos affaires
tecnológicos que nos ofrece el mercado. Un buen concepto que se quiso reflejar
en cada rincón del álbum y que cumple su
cometido al lograr penetrar en el oyente causando interés y curiosidad pero
también inseguridad e incomodidad con lo que se va escuchando. Al notar bien estos detalles es donde se le
encuentra brillo y aprecio a este trabajo. Un experimento osado, no muy
fácil de digerir, pero que termina, a la larga, transmitiendo su mensaje y
saliéndose con la suya, pese a tener ciertos baches entre medio (cualquier
experimento de estas características esta abierto a tenerlos). Ahora, si
después de este análisis, el disco sigue sin gustar, no hay problema. Daft Punk
tiene mucho material admirable que se puede destacar y todo artista tiene
posibilidades de tener una obra “fallida”. Solo tengan presente que, pese a que
estos músicos se disfracen siempre de androides del futuro, detrás de ellos
siempre hay personas como nosotros. Son
humanos, después de todo.
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