jueves, 26 de febrero de 2015

Los Tres – “La Sangre En El Cuerpo” (1999)


A estas alturas, es unánime el hecho de que no se puede hablar de rock chileno, sin mencionar el legado que han dejado Los Tres. Los penquistas han formado un camino marcado por la creatividad y la singularidad de su formula, lo cual inevitablemente los hace notar en demasía frente a sus colegas compatriotas. Y aún más si consideramos que este grupo siempre estaba perfeccionando su obra y retocando su estilo (hablo en pasado porque claramente eso no esta presente en las entregas de su segunda y actual etapa). Para la mayoría, el peak de aquellas características fue “Fome”, definido por el mismo Álvaro Henríquez como “una cazuela de música chilena” y donde había una abundante diversidad de paisajes sonoros . Sin embargo, algunos (entre los que me incluyo) ven la verdadera cima de las capacidades de su agrupación en el álbum siguiente y que acabaría siendo el comienzo de su largo receso y la despedida de su agrupación original (nunca olvidar la imprenta de Pancho Molina en la batería que la banda no ha podido igualar después de su partida). Hablo de “La Sangre En El Cuerpo”.

Ahora, evitando malos entendidos en la materia, no hay nada contra “Fome” aquí. Es un discazo por donde se le mire y de calidad artística invaluable. Aclarado eso, lo que se puede mencionar con respecto al debate que se plantea es que lo que hizo único y admirable al “Fome”, “La Sangre En El Cuerpo” lo perfecciono con creces. Y son varios los puntos por los cuales argumentar esta sentencia.


De partida, es cierto que el “Fome” se paseaba por una gran cantidad de estilos que eran interpretados con muy buena precisión técnica. Pero, hilando un poco más fino, no provoca en sí sensaciones diversas en demasía, sino que va por un resultado emocional más unilateral, dirigido a la melancolía (bueno, en Los Tres no debería ser muy sorpresivo). Incluso las canciones más guitarreras y fuertes tienen un tinte de tristeza, como “Bolsa de Mareo” y “Antes”. Las únicas excepciones que puedo encontrar completamente diferentes a la regla en aquel disco son “Silencio” y “Restorán” que parecieran nacer más por leseo en el estudio que por composiciones deliberadamente planificadas.

Por otro lado, “La Sangre En El Cuerpo”, si entrega un vaivén más constante de sentimientos en su estructura. En un principio, pareciera seguir la misma seña de su antecesor, con el trío inicial de “Lo Que Quieres”, “Morir de Viejo” y “Agua Fría”. Pero a partir de “No Me Gusta El Sol” comienza un juego interesante de emociones que incluso llega a cambios muy acentuados entre una y otra. Así, de la agresividad de “Donde Sea” pasamos al misterio de la instrumental “El Rey Del Mariscal”. De la fuerza rockera y optimista de “La Respuesta” a la oscuridad de “Caudillo de Congrios” y de ahí a la casi bailable “Rompe Paga”.

Y así como variadas son las emociones, también lo son los recursos instrumentales. En este disco se encuentran parte de las piezas mejor ornamentadas por la banda en su historia.  La que se lleva el primer lugar en este aspecto, sin dudas es “Feria Verdadera”. Un extraordinario conjunto de vientos, proporcionado por una fracción del grupo Illapu (el vocalista Roberto Marquez entre ellos), complementa a la perfección el sonido creado por la banda, haciendo una brillante armonía sonora entre todos los componentes y convirtiéndola en seria candidata para estar entre lo mejor que Los Tres han realizado. Otros matices interesantes son dados por el aumento progresivo de teclados en la mezcla (que en la mayoría de los conciertos, correrían por parte del virtuoso Camilo Salinas, subiendo en varios peldaños más el nivel de interpretación de los temas). “No Me Falles”, “Morir de Viejo” y los instrumentales son los pasajes donde más se hace notar su importancia.  Y viendo que mencionamos esos últimos, se nota que también tienen su atracción inevitable. Tanto “El Rey del Mariscal” como “Rompe Paga” son composiciones cuyas texturas están tratadas de forma muy delicada. Sin necesidad de letras, se ponen a la altura de las demás canciones del disco. No caen en el tradicional utilitarismo de los temas instrumentales que normalmente se derivan al comienzo u a los intermedios de un álbum como se sentían los temas de ese tipo presentes en “Fome” (“Claus” y “Largo”).


Además, si se echa un vistazo a los créditos del disco, uno podrá ver el tremendo arsenal de instrumentos que cada integrante ocupo. Hay presencia desde los mismos teclados (que en parte también son proporcionados por Henríquez y “Titae” Lindl y en diversos modelos como el Wurlitzer, sintetizadores Júpiter y órganos Farfisa) pasando por la guitarra de Lap Steel (siendo la base de “Agua Fría”, la cual pareciera una especie de evolución natural desde “Olor a Gas” pese a lo diferente de sus temáticas y estados de animo) hasta instrumentos no muy comunes de oír en estas producciones como el acordeón y la melódica.

Las letras no se quedan atrás en los avances. Si bien Henríquez siempre ha tenido un estilo característico al componer, de verdad pareciera también alcanzar la cima de sus capacidades en este trabajo (asistido por “Titae” en algunas piezas).  La melancolía alcanza ápices incluso poéticos en “Morir de Viejo” y “Caudillo de Congrios”. “No Me Falles” y la canción homónima del cierre parecen joyas amables y agradables al oído si nos dejáramos guiar solo por la instrumentalización. Sin embargo sus letras ponen un inusual pero excelente contraste, haciéndolas interesantes cartas de amor psicópata y demencial. Y en otras ocasiones, también el cantante tiene una buena habilidad para ser directo y preciso como en la sensación rompe corazón que deja inteligentemente “Agua Fría” o el ya mencionado optimismo deslumbrante en “La Respuesta”, la cual apuesta seriamente a hacer la canción mas animada y esperanzadora de la banda en toda su trayectoria.


En muy buena parte, este trabajo se vio perjudicado por el momento que la banda llevaba en ese entonces. El ambiente al crear y grabar era muy duro, con los integrantes del grupo al borde de perder la tolerancia creativa unos con otros. Eso hace mucho más admirable el hecho de que en esa situación, hayan sacado un disco tan bien ensamblado y ornamentado, con mucha variabilidad en su recorrido pero con la esencia del grupo intacta. Pese a ello, el hecho de haber provocado tan buen resultado no fue suficiente para mantener la estabilidad en la convivencia interna y la banda termino haciendo más noticia por su separación casi inmediata al lanzamiento del álbum que por las canciones que aparecen en él, dejando a “La Sangre En El Cuerpo” injustamente escondido dentro del tremendo catalogo que la agrupación tiene en su haber.

Si uno se fija con atención, la primera y fructífera etapa de Los Tres en los 90s se puede ver como una evolución constante por pasos. Un prometedor y atrayente comienzo en el álbum debut, pasando por la búsqueda de sonidos y formulas para la consecución de una estabilidad y mantener la propuesta fresca en “Se Remata El Siglo” y “La Espada y la Pared” (que por su llegada internacional, se pensó que era lo máximo a lo que podían llegar) y de esa base formada se comenzó a exponer una ambición por nuevos sonidos y a ejecutar experimentos para superarse a si mismos. “Fome” fue lo que remeció el piso y “La Sangre En El Cuerpo” lo que llevo a por fin tener la vista completa del panorama que estos penquistas observaban. Quien sabe si tal vez podrían haber seguido sorprendiendo si decidiesen seguir su camino juntos sin pausas. Por desgracia, el receso hasta “Hágalo Usted Mismo” afecto claramente, con las metas ya de bajo calibre y con el probable pensamiento de que ya no había nada que demostrar además de que podían seguir haciendo música, sin uno de sus miembros fundadores en la nueva etapa y ahora con una interrogante gigante tras la partida de Ángel Parra y el largo tiempo tomado para estrenar algún tema inédito.

Pero más allá de análisis y comparaciones entre viejos y actuales tiempos, la cosa que queda clarísima es que este discazo debería tenerse en mucha mas estima de la que se le proporciona actualmente. No tengo pudor en decir que es el peak de su carrera y la muestra total de sus habilidades. Hay gran virtuosismo y hambre de romper barreras. Por eso, es valido al menos darle una oportunidad y reconsiderar, por último, parte de las canciones entre la abismal cantidad de material que tiene el conjunto. Recomendable por montones.




domingo, 11 de enero de 2015

Daft Punk – “Human After All” (2005)


Hacer un análisis de la discografía de Daft Punk no resulta muy complicado en principio. Para ser artistas con más de 20 años en el negocio, lo que han lanzado es, sorpresivamente, poco (incluso contando material en vivo, recopilaciones y rarezas; aunque tomando en cuenta las películas, puede ser posible debatir la cantidad). En el consciente general, lo que más se recuerda del dúo es el ya inmortal “Discovery”, al cual también se puede ir agregando el reciente “Random Access Memories”; además de los hits del debut en “Homework”. Con eso, ya se tienen 3 de 4 discos de estudio nombrados dentro del público masivo. Y bueno, el que falta es este. Como ven, ya hay una razón bastante considerable para nombrar a este trabajo como uno infravalorado.

Ahora bien, las razones por la cual este disco no calo tan hondo en los fans y en la crítica como los demás se pueden ver a la vista una vez que se pone atención en el material que contiene. La característica principal para influir en una opinión negativa, es lo repetitivo de sus canciones. La mayoría de las veces la construcción de un tema solo tiene como base un riff inicial y una voz robotizada que menciona cierta frase, las cuales se van propagando hasta llenar toda la duración del track, acompañado de algún beat que lleve el ritmo y con ocasional añadido de uno u dos sonidos distorsionados. Y, de forma lógica, para oyentes que tienden ser tradicionales en lo que consumen para sus oídos, esto los saca de su espacio de confort y anula alguna potencial oportunidad de atención a este trabajo….al menos en la primera escucha.


En lo personal, debo admitir que lo que me conecta fuertemente con este álbum son recuerdos de infancia. Si bien ya tenía algún conocimiento de canciones de Daft Punk por esa época (sin saber que eran de ellos) fue recién en la promoción de este particular álbum en la cual me enganche con lo que hacían. Los videos musicales con los cuales publicitaban este disco me atrajeron bastante, ya que me agradaba un montón aquel concepto de “músicos robot” que adoptaron como su imagen ante el mundo y que consolidaron por esos años. Además, la música de fondo calzaba a la perfección con esa visión y terminaba de completarme la fantasía que, de manera obvia por los gustos poco comunes que desarrollaba, mis pares no entendían.

Desde ese entonces ha pasado una década, donde solo oía esporádicamente a este dúo francés escondido tras sus trajes metálicos. Y el año pasado, con todo el revuelo que causo su regreso triunfal en “Random Access Memories” (con Grammys incluidos) tras largo tiempo sin que se supiera nada de ellos, se ve como algo natural que este trabajo no muy bien considerado sea desplazado a un lugar cercano a la indiferencia (e incluso al olvido). Ante este muy probable suceso, decidí echarle algunas vueltas de nuevo. De manera lógica, algunos matices conciben una reacción distinta por parte de una persona que no oye ciertas piezas de música en una larga brecha de tiempo. Y fue mi caso para algunas cosas que iba escuchando. Sin embargo, en general, el disco me dejo una buena impresión. Sin la euforia de juventud, claro esta, pero con un buen numero de cosas para destacar.

Aparte de los viejos tiempos de mi vida, hay razones que apuntan a lo sonoro, por supuesto. De partida, el comienzo resulta muy curioso pero también atrayente e inspira a seguir atento al disco. La canción homónima se podría definir como la canción más “oreja” que hay aquí. Un interesante riff de guitarra sostiene bastante bien al tema, mientras el concepto del disco se empieza a hacer notar de inmediato, formando una ironía intencionada al decir incesantemente que somos “humanos después de todo” con voces robóticas que llegan para quedarse. También se muestra la tendencia repetitiva de este trabajo, aunque sin saturar por ahora.The Prime Time Of Your Life” por su parte es más juguetona, presentándose como una especie de dibujo que se va revelando por partes y que una vez mostrado, cambia su imagen para llevar al oyente a otra dirección que es más tensa y extraña y que va en aumento cuando se va acelerando progresivamente la velocidad hasta hacer la canción inaudible. Pieza digna como fondo de alguna escena de suspenso con mal final. El video clip lo es sin dudas (no apto para sensibles si tiene curiosidad).


La otra parte atractiva va por el final cuando nos encontramos con Technologic” y “Emotion. La primera es la que más se recuerda, y en buena parte es por el video musical donde aparece un bebe robot (supongo) algo perturbador dictando las ordenes que componen la letra del tema (el único que tiene, de hecho). Sacando eso fuera del análisis, es lo que definitivamente lo que más sacarían las radios de este conjunto de temas. Lleva un buen ritmo y la voz aguda que impone mandatos tecnológicos se adapta plenamente a él, incluso pudiendo provocar que se baile al son de los acordes metálicos (para variar). Se nota que es lo que más se elaboro en el trabajo. La segunda en tanto da cierta cuota de optimismo y relajación (tal vez por eso el nombre), sin dejar de lado las estructuras mecánicas y trayendo de vuelta la repetición. Si puede saturar con el paso de los minutos (dura seis, excesivo para lo que muestra).

Dejo para el final la parte media, ya que esta es la que más pie da para generar controversia y originar opiniones negativas. Y en buena parte, las comparto. Por desgracia, de aquí salió el sencillo de presentación en su estreno. “Robot Rock” tiene un comienzo con una batería para prometer, pero de ahí se transforma en un conjunto de acordes monótono y carente de poder que se propaga por cinco minutos. Admito que la disfrutaba en su tiempo, pero cuesta mucho ahora. “Steam Machine” y “Brainwasher” van por las mismas, aunque con sonidos más interesantes. La primera muestra la maquinización en todo su esplendor, como de esas piezas que se podrían de fondo cuando se habla de producción industrial o de cobre en las noticias. La segunda tiene un riff que es poderoso y llamativo al comienzo (siempre he pensado que cualquier artista que cree algún tema con base a esos acordes, tendría un temazo asegurado) y una voz muy distorsionada gritando el nombre de la canción. Pero como mencione, ambas se pierden en la repetición constante y pueden terminar aburriendo. “Television Rules The Nation también es monótona, pero esta salva por como se repiten esas palabras mientras el tema transcurre, queriendo provocar un efecto de que la frase se te quede en la cabeza, tal como lo hacen muchos medios de comunicación hoy día con programas que se pueden considerar “basura” pero que logran su cometido gracias a la sobreexposición.

Make Love”, por otro lado, si me genera una sensación agradable. Algo irónico porque, si bien las otras canciones tenían leves variaciones,  esta prácticamente se acerca a lo estático. Pero su composición muestra una intención distinta al resto del álbum. Es un solitario grupo de notas reiterado hasta la eternidad. La cosa es que me agrada estar en esa eternidad. Cada segundo que pasa, la pieza se oye más agradable y placentera y no puedo evitar sumergirme en ella. Sin dudas es lo más cercano a ser llamado “humano” en este disco. Se puede poner como la representación de que en un mundo cada vez más mecanizado y tecnológico, aun hay espacio para sentimientos. (Podría inferir que su posición, justo en la mitad del listado de canciones, sea por ello, pero sería ir demasiado lejos en un intento de conceptualización).


Como han podido ver, un análisis canción por canción no ayuda mucho a dar un punto de vista muy definido y certero sobre el disco. Sin embargo, puede tornarse un proyecto interesante si vemos como estos músicos galos hacen su proceso de producción. Y es que Daft Punk siempre busca un objetivo concreto en la creación de un disco que es claramente establecido desde que se comienza a planificar. Se les tiende a poner en la categoría de música electrónica cuando toca clasificar su estilo, pero siempre han demostrado que van más allá de eso, por más que en esa área hayan empezado su carrera y conseguido su fama. En “Discovery”, por ejemplo, fueron hacia un camino derechamente pop y con predominio de sintetizadores, dando más énfasis a la melodía y la armonía musical que al ritmo como en sus inicios (sin que este pierda importancia, claro esta) en búsqueda de la consecución de más alegría y colorido en su trabajo. También fue así en “Random Access Memories”, esta vez con guía hacia la música disco y de los 70s y usando instrumentalización más convencional (batería, instrumentos de viento, cuerdas, etc.), esta vez con el fin de echar vista hacia atrás y llamar a la nostalgia por aquella época.

Justamente hablando de procesos de creación, es en ello donde “Human After All” adquiere mucho valor y se hace notar en medio de la discografía del dúo francés. Si uno se pone a investigar sobre su gestación, se hace imposible ignorar el hecho de que toda la producción, composición y mezcla del trabajo se hizo en solo seis semanas y con un arsenal de instrumentos y consolas más limitado que en otras ocasiones. Y no fue por accidentes o contratiempos, sino que fue planificado así. Antes de que este proyecto saliera a luz, “Discovery” aun estaba poniendo a bailar a mucha gente en medio mundo. Ante esta situación de tanta difusión, se hubiera visto como lógico haber continuado apretando la misma tecla. Pero estos “robots” decidieron jugársela por hacer lo contrario y dar un giro autentico en 180 grados. Y como hemos observado, lo hicieron en todos los aspectos. Literalmente todos.


Con esa apuesta, los resultados están a la vista. Se ve un trabajo que explora a fondo el minimalismo y una electrónica que puede llamarse “cruda” por la producción rústica y sin decorado. Si se piensa bien, es un reflejo literal de una sociedad cada vez más mecanizada y repetitiva al sumergirse cada vez más en los distintos affaires tecnológicos que nos ofrece el mercado. Un buen concepto que se quiso reflejar en cada rincón del álbum y que cumple su cometido al lograr penetrar en el oyente causando interés y curiosidad pero también inseguridad e incomodidad con lo que se va escuchando. Al notar bien estos detalles es donde se le encuentra brillo y aprecio a este trabajo. Un experimento osado, no muy fácil de digerir, pero que termina, a la larga, transmitiendo su mensaje y saliéndose con la suya, pese a tener ciertos baches entre medio (cualquier experimento de estas características esta abierto a tenerlos). Ahora, si después de este análisis, el disco sigue sin gustar, no hay problema. Daft Punk tiene mucho material admirable que se puede destacar y todo artista tiene posibilidades de tener una obra “fallida”. Solo tengan presente que, pese a que estos músicos se disfracen siempre de androides del futuro, detrás de ellos siempre hay personas como nosotros. Son humanos, después de todo

domingo, 4 de enero de 2015

Radiohead – “Hail To The Thief” (2003)


Como ya se empezaran a dar cuenta, los discos que más suelen gustarme se caracterizan por la diversidad de estilos y sonidos que se pueden conjugar en ellos (lo cual no quiere decir que no me gustan los trabajos que se centran en un tipo de música particular, mientras sean interesantes y disfrutables).  “Hail To The Thief” sigue fielmente la condición mencionada. En este disco se encuentra todo el conjunto de experiencias y experimentos sonoros que los británicos han puesto en marcha desde sus comienzos hasta este punto particular.

Durante su estreno, algunos lo consideraron como un recopilatorio en forma de nuevas composiciones, lo cual conllevó cierta división en los seguidores de la agrupación y en la crítica (aunque sin posible comparación con el impacto magnánimo que generó “Kid A” tres años antes en ese aspecto). Incluso la misma banda en años recientes ha mencionado algunas autocríticas sobre su proceso de grabación y producción. Thom Yorke llego en cierto punto a publicar en la página web del grupo una especie de “verdadero listado” de canciones del disco, donde cuatro que fueron publicadas quedaban fuera. Algo curioso, notando que en plena época de promoción del CD se había dicho que generar el trabajo había sido más cómodo que en otras ocasiones y ,según el guitarrista Ed O´Brien, fue “la primera vez en la cual no nos queríamos matar entre nosotros grabando”.



Escarbando entre posibles razones que pudieron llevar a incomodar a los oyentes, se puede apuntar a la duración (es el disco más largo en la carrera de los ingleses hasta ahora); que para el público masivo las transiciones de un estilo a otro fueron muy bruscas entre temas, que para los más fanáticos no se notó mucha novedad en comparación a los demás trabajos o que quizás algún sector de la audiencia seguía con ganas de tener otro “OK Computer”, tras un buen tiempo introducidos en experimentos electrónicos (conociendo a Radiohead eso es algo virtualmente imposible).

Pero para ser justos, hay que tomar en gran consideración un detalle importante en Radiohead: Todos sus discos tienen su esencia particular y se diferencian bastante entre uno y otro. Suelen tener esbozos de pasados esfuerzos, pero a la larga forjan su propia ruta y una forma única de provocar emociones en el oyente con sus determinados detalles. En el caso de “Hail To The Thief, se nota como deambula entre un considerable numero de aristas musicales, que van desde las canciones directas con las 3 guitarras tomando el mando (cierta remembranza al “The Bends” y al lado más rockero de “OK Computer”), hasta la continuación de los experimentos electrónicos puestos en ejecución con el dúo de “Kid A” y Amnesiac”. Y más interesante aún es que se observan aspectos atrayentes que se van agregando entre medio, que no se habían probado y que le dan su toque particular al disco, poniendo especial atención a letras criticas un poco más directas a la sociedad de hoy en día. Además, el listado final de canciones también ayuda un montón a eso, ya que la forma rápida y casi sin transición en la cual el álbum cambia de estilo provoca una sensación particular en el oyente que le da una impresión diferente con respecto a trabajos anteriores de la banda.

Tocado este último tema, es bueno echarle un vistazo mas profundo a la estructura que compone este álbum. Si se pone ojo en los primeros 15 minutos, se nota de inmediato lo movedizo del camino musical que el disco va construyendo. Se parte con un notable guiño a George Orwell y su novela “1984” con la ya muy icónica fórmula “2+2=5”. Las guitarras nos dan la bienvenida a este viaje, creando un ambiente de persecución y temor que hace referencia a la obra literaria y que se va desarrollando hasta explotar en el clímax donde Thom Yorke nos recuerda que estamos perdidos ya que “no hemos puesto atención”.


Estando recién introducidos en lo que transmite la canción, esta se corta abruptamente y sin demora pasamos a territorio dominado por los sonidos algo más experimentales. Un vibráfono da una introducción tímida e inquietante que es acentuada por beats electrónicos y un piano que se siente algo ahogado. La constante repetición de la frase “Sit Down, Stand Up” termina de ornamentar la pieza, para que luego se pase a una aceleración progresiva que avanza hacia una finalización agitada, con otra frase repitiéndose sin parar. Se vuelve un poco tediosa pero es una primera muestra del constante vaivén en el que estamos introducidos. Luego, pasamos violentamente a la calma y la melancolía con “Sail To The Moon”; hermosa pieza que refleja un futuro algo desesperanzador ante un planeta en el cual se hace imposible vivir y en donde Yorke tiene en mente a las futuras generaciones, a través de versos dirigidos a su hijo (recién nacido en ese entonces). Más adelante, llegamos a “Backdrifts”, tema donde los sonidos experimentales se multiplican y anuncian su presencia con autoridad. Las melodías ya se notan más computarizadas y los diversos beats crean interesantes ritmos que no muestran problema por marcar el camino algo enredado pero también disfrutable de la canción, que incluso podría hacer bailar a más de alguno.

Ya probada la primera cucharada de esta ruta sonora de cambios incesantes, “Go To Sleep” nos lleva a un sonido más característico del indie, aunque el virtuoso y único Johnny Greenwood no tiene problema en agregar su elemento distintivo con un solo final donde su guitarra vomita sonidos nacidos por software que normalmente son usados en música electrónica. Por más fuera de lugar que eso se oiga en un principio, logra calzar perfectamente (aunque se hace notar más en las versiones en vivo). Al instante, “Where I End And You Begin” pone la cuota de misterio y temor, con letras que nuevamente reflejan una sociedad en medio de confusión generalizada y en vías de auto-destrucción. El ambiente único del tema nuevamente corre por parte del infalible Greenwood, esta vez por medio de las Ondas Martenot.


Llegando a la mitad del disco, tal vez nos encontramos con la parte que sea más difícil de digerir, aunque no por eso deja de ser interesante. “We Suck Young Blood” da la impresión de ser una especie de marcha fúnebre, con una nueva referencia a la sociedad y su caída libre que nadie parece detener. En un principio, debo admitir que no me cayo bien, pero comprendido su significado conceptual (más comprensible que el de otras canciones) la pieza logro su objetivo (además, gran detalle el de las palmas sonando al final de cada compás, haciendo más claro lo que se quiere dar a entender). Después, “The Gloaming” lleva la experimentación a niveles un poco más complejos de dominar para el público masivo. Los sonidos procesados ahora dominan todo rincón y solo el bajo del otro Greenwood (Colin) da el orden necesario para que todos los componentes funcionen a la par. La versión en vivo es de mayor poder en ese aspecto, donde la batería de Phil Selway lleva la canción a un nivel más asequible e incluso bailable.

“There There” parece ser el punto donde todos están de acuerdo en este álbum. Un bajo que lleva el ritmo invencible, una guitarra dominante que da en el clavo para crear la atmósfera necesaria, de los ritmos de computadora se pasa a una batería y a dos tambores que ofrecen una percusión netamente humana y se suman letras de absoluto existencialismo y tintes filosóficos. Un temazo por donde se le mire y, dentro de todo contenido que este trabajo tiene; el más ideal para ser la carta de presentación. Así fue y ya ven los resultados: éxito en una buena cantidad de listas como sencillo y lo que más se recuerda del disco hasta hoy. Tiene además un video que complementa a la perfección, que pese a parecer más un cuento de mundo maravilloso, tiene las gotas necesarias de misterio que calzan con su banda sonora.


“I Will” nos trae de vuelta a la melancolía, compuesta de una guitarra solitaria que esta vez hace reflejar los estragos de la guerra (este disco se lanzó en plena invasión norteamericana a Irak). Además, puede apostar seriamente a ser la pieza musical donde Yorke hace notar mejor la capacidad de su voz, complementando a la perfección los tonos bajos con los falsetes y equilibrando al final con otra vocal en intensidad media. Un coro solo suyo que es una delicia para los tímpanos y refleja con todo desgarro la situación que relata la canción. Tras eso, “A Punchup At A Wedding” nos da una especie de relajo y el quinteto se muestra con algo más de soltura en medio de un arreglo algo funk y donde de verdad los británicos parecieran estar divirtiéndose. “Myxomatosis” trae otra dosis de sonidos anormales, aunque en esta ocasión con una particular ocurrencia que roza lo bizarro (nombrar una canción con una enfermedad que suele afectar a los conejos ya es un gran indicio). Los diversos teclados sacan sonidos algo escalofriantes y Yorke juega con su voz en un estilo semi-hablado que relata extrañas letras que tratan de internar la mencionada infección en otra comparación con el mundo contemporáneo. Puede ser un curioso reflejo de los aislados de la sociedad. Pero en esta ocasión no se ofrecen muchas facilidades para entenderlo. En todo caso, sigue siendo algo interesante de oír.


Otro rebaso de melancolía con “Scatterbrain”. Algo más tradicional y relacionado con la primera época de la banda y que de alguna forma va avisando que este largo viaje está llegando a su final. Y en este punto, Radiohead siempre ofrece algo diferente y marcado, tratando de dejar una impresión contradictoria con lo demás del trabajo respectivo (un par de ejemplos: “Street Spirit” y su dulce desesperanza que sacaban de un sacudón el indie profundo de “The Bends” y la majestuosidad de “Motion Picture Soundtrack”, que hacía quiebre con el cuento apocalíptico de “Kid A”). En este caso es “A Wolf At The Door” la encargada de la tarea recién dicha. Y su resultado es que lleva la constante búsqueda de estilos de estos chicos a otro nivel. Yorke ahora toma 2 personajes: victimario y víctima, marcando al primero con monólogos dignos de un psicópata (casi como haciendo cierto intento de rapear) y al segundo con un canto desesperado propios de quien es torturado. Las armonías musicales van acorde a lo que representan cada uno, haciendo de la canción una historia muy bien armada y atractiva de seguir. Se notan guiños a tiempos pasados (“Climbing Up The Walls” era sobre lo mismo) pero actualizándolo a nuevas facetas artísticas para la banda y aumentando su rango de juguetes sonoros, siendo algo que calza excelente con la constante e imparable oscilación que el disco fue creando.



Si se tiene en cuenta cómo ha sido Radiohead a lo largo de su carrera, se puede tomar como entendible el hecho de que después de unas vueltas no les haya gustado el resultado final del todo. Son de los que nunca se conforman con que algo simplemente suene bien. Es notorio el esfuerzo que realizan por tratar de no repetir mucho algunos elementos y siempre mostrar algo nuevo en lo que están haciendo (y esto se ha expandido más allá de la música, el hecho de que hayan ofrecido el siguiente disco “In Rainbows” por precio a gusto del consumidor es solo una de las tantas cosas que se pueden nombrar). Además, un montón del material que está en este trabajo aún es conservado con cariño. En los últimos conciertos de la banda, una no despreciable cantidad de temas del “Hail To The Thief” fueron incluidos, en desmedro de muchos de los hits que los fans quieren oír siempre (ni siquiera “Paranoid Android” tiene un lugar asegurado). Y además siempre van siendo reconstituidos ya sea agregando algún detalle o quitando otros.

El hecho de que cada banda tenga discos más populares y reconocidos que otros es algo natural, pero a veces otorga ciertas injusticias. Y, más aún en el caso de Radiohead, donde todos sus trabajos tienen excepcionales cualidades y equitativas maneras de provocar placer en nuestros oídos. Por el “Hail To The Thief” se puede decir que tiene su toque único al montar una tremenda aventura, un tanto camaleónica, pasando por tantos ambientes. Sin embargo, si Ud. tiene alguno de los achaques que fueron mencionados antes como crítica a esta gran obra, sea como la banda y saque sus partes favoritas. Total, todos debemos disfrutar de alguna forma.