lunes, 1 de diciembre de 2014

The Cure – “The Top” (1984)


Dentro de todos los logros que se le pueden atribuir a una banda con tantos años de carrera como The Cure, el que se debería considerar como el mayor es el hecho de que, hasta nuestros días, han dejado en claro que la característica que mejor los identifica es la de ser un grupo inclasificable. Y por más que mucha gente aún tiende a relacionarlos con lo gótico, solo por tener el lápiz labial y el delineador como instrumento de difusión estética y porque algunos de sus éxitos toman una dirección melancólica, no hace falta hacer un gran análisis para darse cuenta de las distintas facetas que los británicos han usado a lo largo de su existencia. Basta con buscar tres o cuatro canciones conocidas del conjunto para notarlo. Algunas van por el pop accesible que las radios no dudan en transmitir y otras por demostraciones de sentimientos más introvertidos que tienden a ir en tonalidad oscura.

Ahora bien, para el disco que se pone en debate aquí, se nos hace necesario hacer una retrospectiva sobre los primeros años del grupo para empezar a entender su contenido:

Los orígenes de la banda fueron influenciados en buena parte por el punk; lo que se podía ver en sus primeras canciones, las cuales se grababan de forma algo rústica con la típica formación de guitarra-bajo-batería. Luego, poco a poco, se fueron agregando matices un poco más ambientales. Los teclados se incorporaron como elemento infalible y las letras se ponían más internas, reflejando cierta búsqueda espiritual. De ahí, estos componentes no hicieron más que acentuarse progresivamente, hasta llegar a su punto cumbre en “Pornography”; disco reconocido como uno de los más representativos del rock gótico (ahí sí que era aplicable la etiqueta) y que tiene la oscuridad, la tristeza y desesperanza como cartas de presentación; llenando cada rincón sonoro que aquel trabajo tuviese (De todas formas, es muy interesante oírlo, aunque, como nota personal, deben estar muy de animo para hacerlo).

La expresión artística de esa obra se tradujo en el estado emocional de los integrantes por ese entonces, hasta el punto de que después de la gira promocional respectiva (muy traumática, por lo demás), los únicos miembros que quedaron eran Smith y, su compadre de ese entonces, Lol Tolhurst. El primero quedo demacrado psicológicamente y antes de llegar a lo peor, le recomendaron cambiar de rumbo musical e intentar con el pop. En un principio estuvo de acuerdo, pero como modo de terminar la banda (el primer intento de varios) en una ironía basada en la contradicción con su pasado. Sin embargo, cuando vio que tenía un éxito que no había logrado antes, se tomo esta opción más en serio. Así llegaron los primeros hits radiales y ciertos destellos de difusión más masiva. Pero también expresados con timidez. Era un estilo que no se veía viable para introducirse cuando The Cure comenzó y además debían entramar todo un proceso de reformación entre medio. Y es justamente este ambiente el que contextualiza e identifica a “The Top”.


Cuando se comenzó la producción de este trabajo, aún se estaban digiriendo todos los hechos recién descritos. Y todo lo vivido se refleja a la perfección en este disco. Por un lado, hay muchas referencias hacia un sonido más iluminado y “amigable”, con mucha disposición a dar un nuevo paso y otra dirección a su carrera. Pero por otro, también se hace patente la inseguridad tradicional de cualquiera que este en el proceso de acostumbrarse a la perspectiva de un nuevo territorio. Así es como hay aún cierta cuota de ese punk de los principios presente. Y como resultado de eso, además de tener canciones definidas por alguno de los estilos mencionados, también encontramos mezclas muy interesantes entre ambas características que se materializan en algunas piezas que juguetean con el cambio de ambientes en su composición y otras que, sin chistar, se traducen en una atractiva psicodelia. Sin dudas, aquí se pueden hallar canciones que auténticamente pueden considerarse únicas en el catalogo de The Cure.

El orden en que los temas fueron posicionados acentúa el carácter surtido del álbum, variando constantemente su intensidad y siendo un balancín entretenido de diferentes estados de animo. Clasificando en grupos el listado de canciones, tenemos por un lado las que resultaron de la incursión en el pop antes mencionada: “The Caterpillar”, que fue el sencillo de presentación, muestra una composición predominantemente acústica con violines y pianos que parecen sonar como por jugar al principio y que dan espacio a una bonita melodía. “Piggy In The Mirror” tiene una fluorescencia que es dada por teclados que crecen constantemente en presencia mientras la canción avanza, haciendo una aparente descripción auto insultante del propio vocalista entremedio, y “Birdmad Girl” se puede tomar como lo más convencional y que permite deducir aspectos en los que Soda Stereo haya podido extraer inspiración a los británicos. En el otro extremo, lo que queda del punk originario se deja caer con todo en el arranque con “Shake Dog Shake” y con una dosis extra de ira más adelante en “Give Me It” en la cual las guitarras eléctricas ponen el peso con excitante descontrol.


Y por último tenemos a los que pueden ser llamados los “experimentos” del disco, en donde se expone sin tapujos la búsqueda de nuevos horizontes.  “Wailing Wall” es lo que se vislumbra primero de esto, ofreciendo texturas misteriosas dignas de viaje extraviado en el desierto (acentuadas entremedio por lo que parece ser una flauta emitiendo sonidos un tanto perturbadores). “Dressing Up” tiene a los teclados dominando a toda merced, creando tal vez el pasaje más onírico que The Cure haya podido hacer en su historia y con Smith aprovechando la ornamentación para mostrar todos los matices que su voz es capaz de provocar. Una voz que no es extraordinaria pero que tiene la virtud de marcar de forma muy precisa que sensaciones debe emitir cada tema y en que intensidad. Ningún ejemplo mejor que el tema recién nombrado. “The Empty World” parece tener como cometido la inseguridad del oyente. Nunca se termina de saber si es un tema oscuro llevado por ritmo militar o si busca ascender a senderos más luminosos con un teclado un tanto lúdico que origina el interesante contraste de ideas. “Bananafishbones”, tal cual su nombre lo prevé, es una mezcla caótica de todo lo presente en el álbum y lo que más se acerca a la locura. De todas formas, lleva un ritmo casi bailable y no se puede evitar dejarse llevar por el intercambio constante de protagonismo entre guitarras y teclado.


Finalmente, el tema homónimo, el cual se hace el más extraño en su interpretación (como si todo lo anterior no lo fuese….) y es una osada opción para finalizar el disco. Es como si se tratase de tomar un poco de la oscuridad característica del “Pornography” y se intentara aplicar en el desigual conjunto de sonidos que el álbum emite. No malentender esto eso sí, ya que no es una mala canción. De hecho, el concepto en sí es interesante con Smith rogando en desesperación a cierto receptor que regrese (¿Los integrantes que abandonaron la nave antes de gestar este trabajo? Suena lógico, particularmente por el bajista Simon Gallup, que después, en efecto, regresaría y sería el colaborador de más larga data con el cantante del grupo). Sin embargo, es innegable que deja un raro sabor de boca cuando finaliza. Tal vez calzaría mejor en la mitad como puente entre partes, pero como se nos ha dejado claro a lo largo de los años, nadie más que Robert Smith puede ubicar las piezas en un trabajo de The Cure.

Más allá de este leve detalle del final, el álbum es otra genial muestra de lo que estos británicos son capaces de hacer. Si antes de adentrarse en este particular trabajo, ya se podía tener una idea de lo difícil que es hacer calzar a The Cure en uno u otro estilo, “The Top” no hace más que confirmar esta mención llevándola a algunos puntos extremos que después no se volvieron a repetir. Algunas personas, por lo experimental de su contenido, tratan de poner al disco derechamente como de rock psicodélico, pero después de lo dicho anteriormente, no es posible. Hay de todo aquí y es mejor no gastar esfuerzos en ubicar calificativos.

Lastimosamente, al álbum le jugo en contra su posición cronológica en la discografía del grupo. Los discos inmediatamente siguientes, mostrarían un pop mejor definido y con más confianza, originando como consecuencia éxitos que hasta hoy se recuerdan (“Close To Me”, “Just Like Heaven”, etc.) además de millonarias ventas y el estatus de reconocimiento mundial que hasta hoy The Cure ostenta. Y si bien aquella etapa también es digna de gran aprecio y admiración, nunca esta de más revisar el origen de esa arista. Para los más fanáticos de los primeros años, tampoco esta mal ver la “transición” que la banda tomo con este disco y como se combinan las distintas características de una y otra época. Es que a la larga, entre tanto material conocido que los ingleses tienen en su historia, siempre habrá algo que, sin querer, se nos queda en el tintero y no vemos con detalle. “The Top” es uno de los que suele quedar ahí y no debería. Independiente de que canciones de The Cure gusten más a los fans o al oyente casual, siempre valdrá la pena oír algo distinto y “The Top” es lo más indicado ya que además de los elementos novedosos, también mantiene familiaridad (y en cierto sentido, continuidad) con otras facetas que el grupo ha experimentado a lo largo de los años, por lo que tampoco representa un gran riesgo. Es algo interesante y hasta entretenido de oír y no merece pasar desapercibido.

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